Pareciera que un millón de cristales hubiesen llovido desde su corazón confundido, rasgando a trozos la realidad alterada por sus intensas emociones, pareciera haber un susurro oculto tras la música, que gime de una manera indeterminada entre el éxtasis y la agonía. Pareciera que lo disfrutara, pero llora, podría ser felicidad, pero sangra. Duele y hace cosquillas, te extraño y te tengo... te amo.
¿Donde esta tu felicidad escondida? ¿ A donde fue de paseo tu sonrisa traviesa? No quiero jugar mas este juego, te duele. No quiero ver mas la cara oscura y siniestra de Tanatos, mientras Eros se ríe a mis espaldas, con ese tono entre la burla y la alegría infantil. ¿Podemos voltear a mirar? ¿Podemos dejar de cortarnos?
Ahí afuera siguen lloviendo trozos de espejo, trozos de identidad que no son nada. La cobija de retazos de nuestra mente se desgarra, y se da cuenta que no fue tejida, sino remendada. Se da cuenta de que lo que es, tiene un poco de no ser y se esconde de la verdad en las cosas, reinterpretandolas.
Quiero sacarme este profundo pesar del pecho.
Quiero besarte sintiendo un orgasmo.
Quiero querer eternamente sin detenerme a querer algo.
Pero solo a tu lado.
Y aún así, todo parece un poco destrozado, pero con forma. Es un fractal que explota en todas las paredes, una risa siniestra, un canto hermoso y nostálgico opacado por el sonido del fracaso.
Un grito y una lagrima, un adiós y ya no vuelvas, no es que no valga la pena, pena es lo que valgo.
Pena.
Vergüenza.
Y te extraño, acobijada en un mundo de fantasías sin retorno, como la locura mas profunda o el amor mas trágico.
Y no me importan las técnicas, o el protocolo, los modales o el abandono, solo siento.
Siento que te amo.
Aunque mire por la ventana y me fije en otras figuras redondeadas, como un animal dispuesto a la caza, como un perro que persigue una pelota pero no la atrapa, por que no sale de casa y sigue a tu lado. Aunque no lo veas. Aunque parezca que nunca estoy allí cuando me buscas. Aunque no pueda darte ayuda cuando suplicas socorro. Por que no puedo ayudarme ni a mi mismo. Por que aún amándote estoy solo. Y soy también mi propio fracaso arruinado por el éxito y la demora. Grito sin esperar que nadie escuche, esperando ser tragado por el silencio, donde nadie me ve, en las sombras que ocultan mi propia oscuridad.
Quiero ser delatado por tu luz una vez mas, para siempre. Deja de cavar, podemos volar juntos, si bates las alas... si dejas de saltar en los agujeros de nuestros corazones, que todo succionan.
También soy un incomprendido y hace tiempo deje de intentar explicarme, renuncié como un cobarde al intento vano de la comunicación emocional, por que aunque lo diga jamás es escuchado, no con mis palabras, sino con los significados de tantas mentes... tantos que me hacen nada.
Pero soy, por que soy, y aunque no lo sea no importa. Aunque la felicidad se asfixie en su propia euforia, sigo vivo y no. Y de vez en cuando soy feliz cuando sale el sol y dejan de llover pedazos de espejo sobre mi, aunque lo hagan en algún otro lugar... quizá a mis espaldas.
Eduardo Pérez