lunes, 21 de octubre de 2013

Llorar con carcajadas.



La vida da tantas vueltas que cuando la miras en retrospectiva te dan ganas de vomitar. Es un montón de olores, de sabores, de domingos por la mañana, de caricias del ausente, de besos de babas secas. Un poquito de mierda sobre todo. La vida para bien o para mal siempre está ahí, ...o allí andando debajo de la mesa de camping de una cucaracha que se esmera por darle con el periódico. Está en las letras, en las palabras, en las oraciones, en los rezos del cristiano convencido de que algo le escucha sentado en la nada y de alguna manera indirecta, como el efecto dominó del caos universal que le dio las palabras para rezar, permite que el azar le reconforte y le haga sentir que todo es posible. Un poco de esto, un poco de aquello, una vorágine constante, un carrusel pintado de satisfacción y decepción.

Un nacimiento es como otro amanecer, unos ojos nuevos que se abren a una luz ya vieja, pero que mantiene la ilusión de ser alguna otra cosa. Unos pañales mas que limpiar, un poquito mas de mierda para el mundo. Un grito, una risa, una lagrima... un nuevo devenir, un nuevo caos del que nadie sabrá responder sino hasta el final la respuesta a la pregunta "¿quien era?" ...tal vez un anochecer, después de todo. Un poco de oscuridad, sin mas lagrimas ni mas risas, ni mas gritos, solo silencio. Simplemente un poquito de nada.

Y aún así la vida no es una vida, no es un amanecer y un anochecer, ni un comienzo con final. La vida es por si misma, todos nosotros y ninguno. Perpetua, perecedera, armónica, caótica, feliz y triste, satisfecha e insatisfecha, la vida en si misma es un poco como todas las demás vidas, la paradoja de la conciencia que nace para preguntarse a si misma por que es, de existir cuando pudo no haberlo hecho desde un principio y ahora tener que enfrentar su final. La vida, como el resto de la existencia es una risa que escupe lagrimas, un lamento que llora con carcajadas.

miércoles, 26 de junio de 2013

Cuando el amor se va



¿El amor se fue... ? 

¿Y que pasó?

¿Fue la ráfaga de una ilusión tardía?¿El lamento que por fin alguien escucha?¿El eco de un grito de añoranza?

¿La mentira que engañaba al que no escucha?

El amor es una flor que se corta para llevarla a casa, simplemente demasiado hermosa para que no tratemos de llevarla con nosotros. Recogemos el amor para condenarnos a verlo marchitar, para sufrir dándole cuidados, prologando su existencia fatídica.

El amor es algo hermoso que debería durar para siempre, pero aún así no lo hace. Como la estrella mas brillante, se apaga... y su brillo continua en la noche de planetas lejanos, pero lejos de nuestros ojos. 

Solo hay oscuridad después del amor. Un vacío insondable, un frío paralizante, dolor. Que no es dolor sino un profundo sentimiento de perdida. Pero nada duele mas que la sensación de perder algo a lo que nos aferrábamos con fuerza, si el muerto sintiera, desearía morir de nuevo por el suplicio de haber perdido la vida. Si el amante perdiera el amor preferiría matar la muerte para sufrir la eternidad, esperando en algún momento encontrar en algún lugar del vacío, un pedazo del brillo difuminado tras los eones, de la estrella que alguna vez amó.

Y tu, que amas ¿morirías? ¿te rendirías como los cobardes que se suicidan ante la lucha imposible? ¿Como aquellos que escapan al ver que la flor requiere de muchos cuidados? y prefieren conformarse con los recuerdos de algo que alguna vez fue bello, o con los anhelos de aquello hermoso que pudo ser.

El amor en los recuerdos, no es amor, como el brillo de la estrella infinitamente lejana, no es una estrella.

Amar, y perder con el amor, un pedazo de ti mismo, un pedazo de las tierras fértiles del corazón que alimentaban y nutrían una rosa blanca y perfecta.

Amar, y perder la cordura dando un paso mas en el abismo.

Amar, y desear con todo el corazón jamás haber perdido.

Amar, para perder, y desear encontrar de nuevo el amor. 

La única razón que tenemos para amar es el amor mismo. Dejar de ser una planta rodante y echar raíces al lado de una flor, y saber, que aunque nuestra sombra termine por matarla, su cadáver será nuestra tumba. Y así volvernos tierra fértil a su lado, para alguna otra flor que enamore a algún otro desprevenido.  

martes, 30 de abril de 2013

Milagro y tragedia.



Tragedia consecuente de felicidad,
la calma que asecha a la tormenta,
que levanta los puñales del suelo,
para preparar una masacre cruenta
al que en la luna busca consuelo.

Una lagrima se seca en una sonrisa,
la carcajada se silencia en el llanto
del recién nacido que siente la brisa,
cuyos sollozos son el eterno canto
de una madre sentada en la cornisa.

Un beso germina donde lo planto,
como un amigo que consuela
el recuerdo que duele tanto,
y sigilosamente se cuela
en la mirada mártir del santo.

La felicidad consecuente a la tragedia
amansa la negrura de los cielos,
ondea la bandera del nuevo día
desplaza la oscuridad de los celos,
encuentra una oportunidad a la alegría.



Eduardo Pérez

lunes, 15 de abril de 2013

La rosa dispuesta



Me arriesgo a aceptar la apuesta
plantada por el destino prístino
de encontrarte, de poder mirarte
sin  una apreciación presupuesta.

Te entrego mi mano como un vino,
con intención de lograr alcanzarte,
con la promesa de estar dispuesta,
a no fracasar en el desatino,
a no huir si no puedo susurrarte 
a no resultar nunca una resta...      
            


Eduardo  Pérez 
...Gracias C.F. 

lunes, 8 de abril de 2013

Soledad soluble



Siempre lo supe.

Cuando sin dejar duda alguna en mi mente
podía enterrar tu recuerdo entre las nubes,
saltar hasta el sol sobre un poema vehemente,
o contar con ojos secos lo que fue alguna vez.

Lo supe...

Aún cuando la lluvia oculta en tu mirada
susurrara relámpagos de antiguas tormentas
sin que una gota humedeciera mi morada
ni un solo sonido escapara a lo que comentas.

¿...supe?

Cuando las luces y el telón que ocultaban
el metal afilado que rodeaba mi garganta
se esfumaron sobre quienes se acobardaban
con la cara del fantasma que aún hoy canta.

Olvidé.

La soledad soluble en tus gritos y en tu amor,
las ansias del vicario por retomar su visión;
que la sangre derramada se vuelve vapor,
que la vida solo tiene sentido en una misión.




Eduardo Pérez.



domingo, 17 de febrero de 2013

Del azar y los espejismos de la fortuna.



Aún en la mas lamentable existencia
donde la pena arranca cada retoño
siempre puede esperarse con paciencia 
a que caiga la ultima hoja de otoño.

Pues está en lo mas profundo de su esencia
como en el cabello de una niña, un moño
que la risa, al dolor le plante fuerte resistencia.

Cuando el alma se embaraza de un demonio,
y el azar sonríe a la permanencia de la vida,
no hay alivio comparable a saber lo obvio.

Un espejismo, como la sonrisa de una viuda, 
que aguardando por el final del otoño yace
bajo la caricia blanca de una mano de nieve;
alterando la realidad, lo inasible palpable hace.
Logra sucesivamente la victoria numero nueve. 

El espejismo le sonríe al sorprendido desgraciado.
Esa mano de póquer que las nucas eriza deprisa.
¿Cómo no haber dado la victoria por sentado? 
¿Cómo haber esperado escuchar tu bella risa? 

El espejismo fue el reflejo de una realidad
tan distinta, que era indistinguible de esta,
tan perfecta, que de mascara llevaba vanidad.
Nadie sabe si el resultado fue suma o resta.




...Gracias por la sorpresa. Gracias por las ilusiones, gracias por la despedida, gracias por no revisar la apuesta.






Eduardo Pérez

lunes, 11 de febrero de 2013

Un rato.

Y una vida, y un canto, y una alegría y un llanto. 
¿quien es que? ¿que es quien? ...lo ignoramos.
La vida, la existencia, nos dura un rato.
Aveces, apenas, para decir que amamos. 
Lo suficiente para escribir nuestros epitafios. 

Nunca tanto para darnos cuenta
cuanto tiempo hemos pasado en la orca,
con el pasado de lastre y el futuro en venta
¡olvidamos lo importante de una sonrisa terca! 
...nuestras vidas no son para pagar la renta,
lo mas distante entre mas se aleja, mas se acerca,
hasta que la muerte en la cara nos revienta.   









David Perez Hernandez.