Aún en la mas lamentable existencia
donde la pena arranca cada retoño
siempre puede esperarse con paciencia
a que caiga la ultima hoja de otoño.
Pues está en lo mas profundo de su esencia
como en el cabello de una niña, un moño
que la risa, al dolor le plante fuerte resistencia.
Cuando el alma se embaraza de un demonio,
y el azar sonríe a la permanencia de la vida,
no hay alivio comparable a saber lo obvio.
Un espejismo, como la sonrisa de una viuda,
que aguardando por el final del otoño yace
bajo la caricia blanca de una mano de nieve;
alterando la realidad, lo inasible palpable hace.
Logra sucesivamente la victoria numero nueve.
El espejismo le sonríe al sorprendido desgraciado.
Esa mano de póquer que las nucas eriza deprisa.
¿Cómo no haber dado la victoria por sentado?
¿Cómo haber esperado escuchar tu bella risa?
El espejismo fue el reflejo de una realidad
tan distinta, que era indistinguible de esta,
tan perfecta, que de mascara llevaba vanidad.
Nadie sabe si el resultado fue suma o resta.
...Gracias por la sorpresa. Gracias por las ilusiones, gracias por la despedida, gracias por no revisar la apuesta.
Eduardo Pérez