martes, 30 de abril de 2013

Milagro y tragedia.



Tragedia consecuente de felicidad,
la calma que asecha a la tormenta,
que levanta los puñales del suelo,
para preparar una masacre cruenta
al que en la luna busca consuelo.

Una lagrima se seca en una sonrisa,
la carcajada se silencia en el llanto
del recién nacido que siente la brisa,
cuyos sollozos son el eterno canto
de una madre sentada en la cornisa.

Un beso germina donde lo planto,
como un amigo que consuela
el recuerdo que duele tanto,
y sigilosamente se cuela
en la mirada mártir del santo.

La felicidad consecuente a la tragedia
amansa la negrura de los cielos,
ondea la bandera del nuevo día
desplaza la oscuridad de los celos,
encuentra una oportunidad a la alegría.



Eduardo Pérez

lunes, 15 de abril de 2013

La rosa dispuesta



Me arriesgo a aceptar la apuesta
plantada por el destino prístino
de encontrarte, de poder mirarte
sin  una apreciación presupuesta.

Te entrego mi mano como un vino,
con intención de lograr alcanzarte,
con la promesa de estar dispuesta,
a no fracasar en el desatino,
a no huir si no puedo susurrarte 
a no resultar nunca una resta...      
            


Eduardo  Pérez 
...Gracias C.F. 

lunes, 8 de abril de 2013

Soledad soluble



Siempre lo supe.

Cuando sin dejar duda alguna en mi mente
podía enterrar tu recuerdo entre las nubes,
saltar hasta el sol sobre un poema vehemente,
o contar con ojos secos lo que fue alguna vez.

Lo supe...

Aún cuando la lluvia oculta en tu mirada
susurrara relámpagos de antiguas tormentas
sin que una gota humedeciera mi morada
ni un solo sonido escapara a lo que comentas.

¿...supe?

Cuando las luces y el telón que ocultaban
el metal afilado que rodeaba mi garganta
se esfumaron sobre quienes se acobardaban
con la cara del fantasma que aún hoy canta.

Olvidé.

La soledad soluble en tus gritos y en tu amor,
las ansias del vicario por retomar su visión;
que la sangre derramada se vuelve vapor,
que la vida solo tiene sentido en una misión.




Eduardo Pérez.