lunes, 21 de octubre de 2013

Llorar con carcajadas.



La vida da tantas vueltas que cuando la miras en retrospectiva te dan ganas de vomitar. Es un montón de olores, de sabores, de domingos por la mañana, de caricias del ausente, de besos de babas secas. Un poquito de mierda sobre todo. La vida para bien o para mal siempre está ahí, ...o allí andando debajo de la mesa de camping de una cucaracha que se esmera por darle con el periódico. Está en las letras, en las palabras, en las oraciones, en los rezos del cristiano convencido de que algo le escucha sentado en la nada y de alguna manera indirecta, como el efecto dominó del caos universal que le dio las palabras para rezar, permite que el azar le reconforte y le haga sentir que todo es posible. Un poco de esto, un poco de aquello, una vorágine constante, un carrusel pintado de satisfacción y decepción.

Un nacimiento es como otro amanecer, unos ojos nuevos que se abren a una luz ya vieja, pero que mantiene la ilusión de ser alguna otra cosa. Unos pañales mas que limpiar, un poquito mas de mierda para el mundo. Un grito, una risa, una lagrima... un nuevo devenir, un nuevo caos del que nadie sabrá responder sino hasta el final la respuesta a la pregunta "¿quien era?" ...tal vez un anochecer, después de todo. Un poco de oscuridad, sin mas lagrimas ni mas risas, ni mas gritos, solo silencio. Simplemente un poquito de nada.

Y aún así la vida no es una vida, no es un amanecer y un anochecer, ni un comienzo con final. La vida es por si misma, todos nosotros y ninguno. Perpetua, perecedera, armónica, caótica, feliz y triste, satisfecha e insatisfecha, la vida en si misma es un poco como todas las demás vidas, la paradoja de la conciencia que nace para preguntarse a si misma por que es, de existir cuando pudo no haberlo hecho desde un principio y ahora tener que enfrentar su final. La vida, como el resto de la existencia es una risa que escupe lagrimas, un lamento que llora con carcajadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario