viernes, 30 de diciembre de 2011

Reflexión sobre el recordar

Tantos tormentos trae el pasado, cuando descargando todas aquellas penas y ausencias sobre la fragilidad de nuestras mentes, revive despiadadamente nuestros mas profundos dolores, superando los remedos de sobriedad que logramos emular en la cotidianidad. Hay recuerdos que entremezclan el tiempo de manera caótica, haciendo de nuestro presente un espiral de miedos y aspiraciones, de colores y de sombras borrosas que se plasman, que se aferran a los sentimientos como un salvaje depredador a la carne de su presa.
Tantos recuerdos y... tan pocos, hacen de la vida una sensación inherente a todas aquellas experiencias que hemos vivido,  y que hemos querido vivir. Hemos de cargar cual si fuere el más pesado lastre nuestros gozos y penas lo largo que sea el camino de nuestras vidas. sin embargo... no hay lastre suficientemente pesado para dejar huella en la mas frágil arena.

La vida no es una historia de finales felices, es una obra llena de caos y aturdimiento, de breves momentos felices y de los mas profundos dolores. Vemos el  ir y venir de protagonistas y teloneros danzando al ritmo de el mas etéreo silencio, nos encontramos condenados a tratar de definir y redefinir constantemente  nuestro mutable  rol indeciso entre espectador y participante. Nos presentamos al omnipresente público de la existencia con nuestros sentires como libreto, y nuestras sonrisas y cicatrices como disfraz.

Somos una tela manchada de recuerdos, constructos, compuestos de empirismos reinterpretados, cada recuerdo es eterno, e imborrable, permanecerá con nosotros entre los mas profundos escombros de nuestro ser o en superficialidad suseptible a una caricia.
No hay tal cosa como brillo en una mente baldía, llena solamente de su propio vacío, pues si la vida tuviese un propósito sería el de aplacar la miseria de la nada. No hay pesar mas terrible que el de aquel del que de la nada se aferra.
La mas nostálgica despedida no nos dejara en soledad  si  sabemos atesorar nuestros recuerdos, pero no podemos depender de ellos para sobrellevar la pesadez del devenir, pues vivir de lo mismo es como vivir en la nada.


















David Perez

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