martes, 6 de noviembre de 2012

Noviembre



Noviembre de tardes incinerables y noches lluviosas. 
Tu susurro calla las risas de las mascaradas. 
Eco de las mañanas, sobre lagrimas angustiosas.
El telón era de cristal, un hielo de miradas cortadas. 

La noche no es tan fría cómo las llamas de la tarde.
El huracán solitario, se enamora de la tormenta.
Su razón no era tan impía, como tu sonrisa afable. 
Sin contar el mal fario, el oasis fue una tortura cruenta. 

Sobre ochos tambaleantes se fecha la condena. 
Mientras presos delirantes contemplan el equilibrismo. 
Pues, la caída a su semblante le da una expresión eterna. 
Es el duelo en el que el icono se enfrenta al sismo. 














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